Autoconocimiento en un Mundo falso

“Conócete a ti mismo”, fue uno de los conceptos más importantes desde los comienzos de la filosofía, fue uno de los tres más grandes inscritos en la entrada del legendario Templo de Apolo, y fue referenciado de manera frecuente en las escrituras de Platón.

Pero hoy en día, parece que en realidad ya nadie se preocupa por ”Conócete a ti mismo», porque lo que sabemos de nosotros mismos es que nunca nos enseñaron a cuestionarlo. Yo creo que eso que decimos de “quiénes somos”, nuestro entero entendimiento del “yo” es una completa mentira, un mito, una trampa elaborada por una falsa realidad, un sistema diseñado para convertirnos en ganancias.

Esto es porque entre “menos” entendamos de nosotros mismos, será más fácil que consumamos costosas “soluciones” externas, lo único que le interesa al sistema es obtener ganancias.

Mi experiencia ha sido que cuanto más soy capaz de entender la realidad de mi “yo”, más libertad desbloqueo para crear quién soy «yo». Esta es la razón por la cual soy una persona muy diferente  en comparación a lo que era hace solo pocos años.

Así que hoy, en este video, vamos a martillar a esta tonta idea que guardamos de lo que es el «yo», con este objetivo, tal vez algunos de ustedes puedan sentir también la misma libertad de crear quiénes son como personas. 

Empecemos por el principio, ¿Qué carajos es este «yo» y cuál es su importancia?

El “yo” solo surge en la presencia de los “otros”

Imagina una situación donde eres la única persona en el mundo. ¿Cómo llegarías a conocer a tu «yo» si ese fuera el caso? Bueno, no podrías. Si tu existes solo, la noción del «yo» no tiene sentido, sin al menos una persona más, no hay «contexto».

¿Cómo podrías describir la luz si solo hubiera oscuridad? No podrías. 

Y por esto, el «yo», por definición, requiere la existencia de los «Otros». Digamos que consideramos nuestro «yo» como alguien amable, y pues, de verdad, yo creo que soy una persona «amable», ¿Cómo llegamos a la conclusión de que somos «amables”?

¿Solo creemos, «por nosotros mismos» en ausencia de los demás, que somos «amables»? No, como lo que dijimos antes, necesitamos de los «otros» para formar cualquier idea de quiénes somos.

Entonces, ¿la idea de que somos «amables» solo es lo que creen los otros? Claro que no, estamos hablando acerca de una idea que tenemos de nosotros mismos. 

Presten atención a esto. La idea que tenemos de nuestro «yo» siendo una persona «amable», es de hecho lo que pensamos que los demás piensan que somos, si nos vemos a nosotros mismos como personas «agradables», lo que en realidad estamos diciendo es que pensamos que los demás piensan que somos agradables.

Si yo me veo como alguien «inteligente», lo que en realidad estoy diciendo es que pienso que los demás piensan que soy inteligente. Y así, sin excepción, todo lo que pensamos de nuestro «yo», es en realidad la culminación de todo lo que pensamos que los demás piensan que somos. Interesante, ¿no?

Ahora que hemos determinado que el «yo» está basado en cómo pensamos que los demás nos perciben, podemos empezar a entender qué tanto control de verdad tenemos sobre eso. Pero bueno, ¿cómo lo hacemos?

Bueno, yo creo que empieza con entender la verdad oculta de cómo interactuamos con otras personas.

Solo compartimos lo que queremos que otros perciban

Nosotros somos un enorme océano de consciencia, envueltos en el «yo dentro de la piel», una piel que construimos usando lo que pensamos que los demás piensan de nosotros. Cuando comprendemos esto, somos libres para empezar a entender que cada cosa particular que decimos o compartimos con los demás, no es sino lo que queremos decir y compartir.

Cada interacción que tenemos con el otro, sin excepción, es lo que nosotros queremos que ellos perciban. Cuando le decimos algo a nuestros amigos, publicamos en redes, o incluso creamos videos para YouTube, estamos, en cada momento, proyectando esta idea de lo que guardamos en nuestro ser.

Sí, yo sé lo que están pensando, esto es molesto de escuchar, algunos de ustedes incluso lo pueden considerar ofensivo, porque aquí hay una implicación y esa implicación es que no somos 100% auténticos, no somos «perfectamente» auténticos.

Pero amigos, claro que no somos «perfectamente» auténticos. La perfección es un «ideal» y los ideales son cosas perfectas, nosotros por el contrario somos cosas imperfectas. Pensar que somos perfectamente auténticos es pensar que somos dioses, una forma de adoración propia con consecuencias fatales. Nunca podremos ser perfectamente auténticos, pero, por supuesto, podemos ser más auténticos.

Y en sí no hay nada malo con el hecho de que cada cosa que decimos y compartimos con los demás, estamos «eligiendo» decirla y compartirla, sin embargo, la trampa está en no ser conscientes de esto. Es por eso que plataformas como Facebook e Instagram están, por naturaleza, sesgadas hacia la falta de autenticidad. En estas plataformas, tenemos todo el tiempo del mundo para escoger con mucho cuidado nuestras palabras, y para editar las fotos hasta la perfección, compartimos contenido no solo con una, sino con cientos o miles de personas, la presión por validación externa es enorme.

Otra vez, en sí no hay nada malo con el hecho de que no somos y nunca seremos «perfectamente» auténticos, de hecho, es todo lo contrario. Cuando creemos que somos «perfectamente» auténticos, es posible que confundamos lo que nos «proyectamos» ser, con la representación perfecta y auténtica de nosotros mismos.  

Y así, la trampa aquí es que cuando empezamos a creer que nuestra «proyección» es real, empezamos a confundir quiénes somos en verdad, enormes océanos de consciencia, lo que «pensamos» que somos, y la línea entre la realidad verdadera y la realidad falsa se empieza a difuminar. Nos hemos perdido en el bosque, y no estamos del todo seguros de cuál dirección nos llevará de regreso a casa. Entonces, ¿cómo encontramos el camino a casa? y en el proceso, ¿cómo llegamos a «conocernos a nosotros mismos»?

Bueno, podemos decir que hemos confundido nuestra proyección con nuestra realidad, porque cuando esto pasa, se caracteriza con una búsqueda obsesiva de «validación externa», si la proyección es lo único que existe, entonces la validación externa es el mecanismo por el cual se alimenta.

Profundicemos un poco más: La validación externa, cuando está en balance con la validación interna, es de hecho el medio por el cual podemos escapar del bosque y regresar a casa, a nuestro verdadero yo.

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La validación externa nos ayuda a explorar la realidad de quiénes somos

Ahora, si nuestra idea integral del «Yo», es lo que pensamos que los demás piensan de nosotros, entonces de todos modos, la validación externa es solo la confirmación de lo que pensamos de nosotros mismos, de este modo, la validación externa funciona como una poderosa herramienta para entender quiénes somos, porque nos muestra qué tan exacta es nuestra idea de quién somos en realidad.

¿Estamos de acuerdo? Quiero decir, si no recibiéramos validación externa por las cosas que hacemos, ¿cómo rayos vamos a tener idea de si las cosas que hacemos corresponden o no a lo que creemos que somos?

Bueno, mejor hagámoslo más sencillo, les voy a dar algunos ejemplos. 

Si queremos ser buenos atletas, necesitamos validación externa ganando competencias de atletismo.

Si queremos ser buenos en los negocios, necesitamos validación externa que venga de empleados motivados y clientes satisfechos.

Si queremos ser excelentes maestros, necesitamos validación externa viendo cómo nuestros estudiantes aprenden de verdad lo que les tratamos de enseñar. 

Si queremos verdadera confianza, necesitamos hacer cosas difíciles.  ¿Las cosas son difíciles porque nosotros las vemos difíciles?, ¿O son difíciles porque pensamos que los demás piensan que esas cosas son difíciles?

Pero claro, cada uno de los ejemplos debe estar balanceado con nuestro propio sentido «interno» de validación, parece que nos equivocamos cuando sólo buscamos la validación externa.

De alguna manera, esto lo podemos ver en Facebook e Instagram, ¿cierto? Como cuando alguien publica algo acerca de una tragedia, pero hacen ver la publicación como si se tratara solo de ellos, qué tan «enojados» o «indignados» están, más o menos podemos decir que lo único que les importa son ellos mismos, y no la tragedia como tal.

Pero también debemos ser muy cuidadosos con esto, porque puede ser muy fácil que caigamos en la trampa de «juzgar a los demás». El verdadero truco está en entender que ser capaces de ver este tipo de cosas en los demás, requiere que nosotros seamos capaces de ver esas mismas cosas en nuestro interior. Para decirlo de otra forma, ver estas cosas en el otro requiere en primer lugar, que seamos capaces de verlas dentro de nosotros mismos.

Resumen

Bueno amigos, entonces para resumir: El «Yo» solo puede existir a través del «Otro». El «yo» no es «lo que creemos que somos», sino «lo que pensamos que los demás piensan que somos».

Cuando interactuamos con el «otro», en cada momento estamos «proyectando» nuestro ser. En cada interacción que tenemos con los demás, no solo elegimos lo que queremos compartir, sino que también elegimos lo que queremos que otros perciban.

Cuando confundimos las proyecciones con nuestro verdadero yo, nos podemos perder en una realidad falsa. Esto se puede notar cuando hay una búsqueda obsesiva de validación externa, si la balanceamos con nuestra propia validación interna, la validación externa se puede convertir en una herramienta que nos ayude a entender si las cosas que decimos y hacemos son o no coherentes con lo que somos, «lo que pensamos que otros piensan de nosotros». 

Cuando entendemos el rol esencial que «los demás» juegan para conocer quiénes somos, podemos empezar a entender más a «conócete a ti mismo». 

En palabras de Maxwell Maltz:

Cuando entendemos que cada cosa que decimos y compartimos con los demás es porque en realidad elegimos decirlas y compartirlas, es ahí cuando ganamos poder sobre las diferentes cosas que decimos, lo cual es el inicio de la transformación radical de quienes creemos que somos nosotros.

Cuando identificamos la validación externa no como un obstáculos para conocer quienes somos, sino como una herramienta invaluable en el camino del autodescubrimiento, que debe estar balanceada de forma apropiada con nuestra validación interna, es ahí cuando llegamos a comprendernos de una manera más auténtica a nosotros mismos. 

Así de curioso es, que cuando llegamos a conocernos nosotros mismos de verdad, empezamos a desbloquear la habilidad de «crear» quiénes somos.

Bueno amigos, creo que esto es suficiente por hoy. Estoy demasiado interesado en ver qué revelaciones y aprendizajes tuvieron de este video, si aprendiste algo interesante podrías dejarlo en los comentarios abajo. Y si te gustaría ver más contenido como este, suscríbete y toca la maldita campanita. 

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Cia y nos vemos en el próximo post.

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